Yasí, en el año 2000, en Venecia, Italia, nació la marca que convertiría los tenis deliberadamente desgastados en un objeto de deseo.

Golden Goose ha perfeccionado el arte de lo “usado de fábrica”. Sus tenis, con suelas manchadas y cuero que parece haber sobrevivido a un festival de tres días bajo la lluvia, cuestan entre 500 y 1,700 dólares. Porque nada dice: «tengo buen gusto y dinero de sobra”, como pagar una fortuna por zapatos que parecen haber pertenecido a un baterista en los 90.

El mercado de lujo y el street fashion los han recibido con entusiasmo, lo que demuestra que la psicología del consumidor es una criatura caprichosa y fascinante. Críticos los han llamado “el mayor timo de la moda”, mientras que sus defensores argumentan que representan una actitud relajada y sin pretensiones. (Aunque, si pagas 1,500 dólares por tenis que parecen sacados del contenedor de donaciones, es posible que las pretensiones no estén tan lejos).

Golden Goose ha logrado una notable expansión global, contando con más de 700 puntos de venta en ciudades prestigiosas, como París, Nueva York y Tokio. En México, la marca ha fortalecido su presencia con tiendas en ubicaciones clave como Cancún, Guadalajara y Ciudad de México y El Palacio de Hierro.

La campaña «Born to Be a Super-Star» celebra la individualidad y el poder de la comunidad, contando con la participación de embajadores destacados. Tal es el caso de la maravillosa Jane Fonda que personifica autenticidad y determinación.

Y es que Fonda es un golpe maestro de marketing. A sus 87 años, la actriz y activista, aporta no solo su carisma sino también una narrativa de longevidad y resistencia. Algo que encaja perfectamente con una marca que se especializa en la apariencia de lo vivido y, claro, es una super star, como el nombre de la colección. ¡Punto para Golden Goose!

Moraleja: El lujo ya no se trata de lo impecable, sino de la historia que cuenta un objeto. Bueno, voy a buscar mis tenis de la secundaria, a ver cuánto consigo por ellos.