Influencers virtuales: ¿la nueva cara del marketing o solo una moda pasajera?

Hace poco, mientras navegaba por Instagram, me topé con una modelo española de éxito llamada Aitana López (@fit_aitana). Hasta aquí, nada fuera de lo común, excepto por un pequeño detalle: Aitana no existe.

Aitana es una creación de inteligencia artificial que, según AS, gana hasta 10,000 euros al mes y cuenta con más de 340,000 seguidores en Instagram. Sí, leíste bien: una influencer virtual que genera ingresos reales. Mientras tanto, tú y yo seguimos escribiendo correos que empiezan con: “Espero que este mensaje te encuentre bien”, para ganarnos la vida.

Este fenómeno no es aislado. Lil Miquela (@lilmiquela), otra influencer virtual, acumula más de 3 millones de seguidores y ha colaborado con marcas como Calvin Klein y Prada. Según Merca2.0, estas entidades digitales ofrecen a las marcas un control total sobre la narrativa, disponibilidad 24/7 y la ausencia de controversias personales. Además, se estima que el mercado de influencers virtuales alcanzará un valor de 16 mil millones de dólares en 2025, con una tasa de crecimiento anual compuesta de 23% hasta 2032, según UnivDatos. Básicamente, son el sueño de cualquier director de marketing que no quiere ver su campaña cancelada porque el influencer humano decidió tener opiniones.

Sin embargo, no todo es color de rosa digital. La autenticidad es una moneda valiosa en el marketing, y aunque estos avatares ofrecen ventajas logísticas, carecen de la conexión emocional que un ser humano es capaz de establecer con su audiencia. Además, según la plataforma HypeAuditor, los influencers virtuales pueden tener tasas de interacción más bajas en comparación con las personas, lo que plantea dudas sobre su efectividad a largo plazo. Porque sí, son perfectos, pero también un poco… aburridos.

Y ahí está el dilema: ¿nos gustan porque representan un futuro sin escándalos ni egos o porque nos dan una excusa para seguir evadiendo la realidad? Piensa en ello: estamos en una época en que la gente prefiere relacionarse con algoritmos antes que con otros humanos. Nos aterra hacer una llamada telefónica, pero seguimos fascinados con la idea de influencers que no existen. Si esto no es el guion de una película de ciencia ficción con final catastrófico, no sé qué lo sea.

Entonces, ¿deberían las marcas apostar por estos seres digitales? Depende. Si el objetivo es innovar y generar buzz, pueden ser una herramienta interesante. Pero si buscamos construir relaciones duraderas y auténticas con nuestra audiencia, quizás sea mejor confiar en la imperfecta, pero genuina, naturaleza humana.

Moraleja: En el marketing, como en la vida, no todo lo que brilla es oro… a veces es solo un holograma bien diseñado.

Sagrario Saraid es fundadora y directora de dobleuEse Atelier, agencia de comunicación con más de 20 años de experiencia en proyectos editoriales, manejo de crisis, branding y marketing digital. Sagrario ha colaborado con marcas como HP, The New York Times, Peanuts, SAP, Fibra Danhos, Intel, GCC, Cisco, Diez Company y Great Place to Work, por mencionar algunas. Y sigue creyendo que las mejores ideas nacen en una buena sobremesa.

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