El papa del pueblo: entre el marketing divino y los deslices terrenales
Cómo su santidad Francisco reformó la imagen de la Iglesia con cercanía,
honestidad y una cuenta de Twitter.
- POR SAGRARIO SARAID

La muerte del santo padre marca el cierre de una era para la Iglesia católica, pero también para la comunicación institucional a nivel global. En esta Sobremesa repasamos su legado desde el enfoque del branding, la gestión de crisis y el poder (o peligro) del mensaje en boca del líder.
A estas alturas, ya no se trata de creer o no. La figura del papa Francisco rebasó lo religioso hace mucho tiempo. Jorge Mario Bergoglio se convirtió en un icono mundial porque, a diferencia de sus antecesores, entendió que para comunicar no bastaba con tener dogmas: había que tener empatía. Y sobre todo, humanidad.
Francisco fue el primer pontífice latinoamericano y el primer jesuita en la historia de la Iglesia católica. Proveniente de Argentina, representó un cambio simbólico en el eje geopolítico del Vaticano, dando visibilidad al Sur global en una institución históricamente eurocentrista. Su elección envió un mensaje claro: la Iglesia necesitaba un nuevo tono y un nuevo rostro.
En sus 12 años de pontificado, rompió con el protocolo vaticano y adoptó un estilo directo, a veces controversial, pero siempre emocionalmente claro. Fue el primer vicario de Cristo en tener cuenta de Twitter (@Pontifex), en posar para una selfie, en dar entrevistas sin censura y en responder con honestidad brutal, incluso cuando esa honestidad le causaba problemas.
Un caso reciente lo deja claro: el uso de una expresión homofóbica en una conversación privada, cuya filtración lo colocó en el centro de una tormenta mediática. ¿Error? Sin duda. ¿Desliz humano? También. ¿Consecuencia de una estrategia comunicacional basada en la cercanía y la espontaneidad? Completamente. Y ahí está la lección.
En tiempos en que cada palabra dicha por un líder se convierte en titular global, el equilibrio entre autenticidad y prudencia se vuelve misión imposible. Pero Francisco, a diferencia de muchos CEO y presidentes, nunca recurrió a voceros ni a ghostwriters. Su estilo era directo porque su intención también lo era. El problema es que, en comunicación, la intención no siempre salva el resultado.
En el Vaticano, impulsó reformas estructurales y también simbólicas. Optó por vivir en una residencia sencilla, recortó lujos, habló de justicia social, de inmigración, de cambio climático. Se acercó a los millennials y a los pobres, a los que estaban dentro y fuera de la Iglesia. Fue, para muchos, un papa pop.
En términos de branding institucional, Francisco hizo lo que muchas marcas soñarían: rejuveneció la percepción de una institución milenaria. Redefinió el tono, el discurso y la imagen sin cambiar el producto de fondo. Eso solo lo logran los genios del marketing (o los santos).
Un gran ejemplo de su capacidad de comunicación directa fue el documental Amén: Francisco responde, producido por Disney+ y presentado en colaboración con la plataforma española Filmin y la productora española Morena Films. En este proyecto, su santidad se sentó frente a diez jóvenes de distintos países, credos y orientaciones sexuales, en un formato íntimo y sin guion. Respondió preguntas difíciles sobre feminismo, aborto, abusos sexuales en la Iglesia, fe, migración y el rol de la mujer en el Vaticano. Lejos de evitar el conflicto, Francisco lo abrazó, mostrando una vez más que la mejor estrategia de comunicación puede ser mirar a los ojos y no esquivar el golpe.
¿Por qué importa tanto su liderazgo? Porque la Iglesia católica sigue siendo la religión con más fieles en el mundo. De acuerdo con el Pew Research Center, en 2024 había más de 1,360 millones de católicos globalmente, frente a, aproximadamente, 1,310 millones de musulmanes, 1,150 millones de cristianos evangélicos y cerca de 15 millones de judíos. Aunque los números de la comunidad judía son significativamente menores, su influencia cultural, histórica y política es desproporcionadamente alta. Lo que diga o calle el papa, sigue moldeando discursos sociales, políticos y culturales en todo el planeta.
Su muerte deja un vacío de liderazgo, pero también de narrativa. ¿Cómo seguirá comunicando una Iglesia que perdió a su vocero más eficaz? ¿Cómo se reemplaza una voz que, con errores y todo, logró acercar a millones?
Moraleja: Hasta los mensajes más poderosos pueden perderse si no se cuidan las palabras. Porque en el liderazgo, como en la liturgia, la forma es tan importante como el fondo.
- SOBRE LA AUTORA
Sagrario Saraid es fundadora y directora de dobleuEse Atelier, agencia de comunicación con más de 20 años de experiencia en proyectos editoriales, manejo de crisis, branding y marketing digital. Sagrario ha colaborado con marcas como HP, The New York Times, Peanuts, SAP, Fibra Danhos, Intel, GCC, Cisco, Diez Company y Great Place to Work, por mencionar algunas. Y sigue creyendo que las mejores ideas nacen en una buena sobremesa.